La vida, energía condensada a una vibración lenta.
Quien no ha aprendido a reírse de si mismo no es capaz de verdadero humor. ¡Qué importante, es desarrollar el sentido del humor en nuestra vida!
La vida, profundo e insondable misterio, milagro hermoso en el que cada respiro es un regalo. Según la ciencia, una amalgama de procesos y reacciones químicas, que juegan y se interrelacionan entre sí en micro y macro niveles de complejidad. Que a lo largo del tiempo, y gracias a la natural evolución de las cosas, ha llegado a ser lo que es hoy. Nuestro cerebro, con su capacidad de conciencia, es reflejo de la complejidad del universo entero.
Creamos en la reencarnación, o en el más allá, o en nada, no sabemos qué hay tras la muerte hasta que nos llega. Y lo que queda entre las dos eternidades que hay tras el nacimiento y después de la muerte, es este presente, que dura con suerte poco menos de un siglo. ¿Vamos a pasar por el puente enojados o tristes, o alegremente? La alegría es lo natural para quien vive una vida genuinamente sabia. Cada día puede ser el último de ésta. Está llena de tragedias, accidentes, situaciones indeseadas e incómodas, y la muerte nos acompaña lo queramos o no, siempre puede aparecer de imprevisto, así que es mucho mejor amigarnos con ella y si podemos, hasta reírnos con (y de) ella.
Estilo y filosofía de vida
El sentido del humor, está comprobado, tiene efectos muy positivos en nuestro organismo. Mantener una actitud positiva y juguetona en nuestra vida diaria mantiene nuestras defensas altas, lo que significa menos posibilidad de enfermarse. Es como si todas las células de nuestro cuerpo se contagiaran de éste estado de ánimo, y así es.
La alegría, como cualquier estado de ánimo, es altamente contagioso en nuestro entorno. Nos encanta estar al lado de gente con buen sentido del humor, pues nos contagian su entusiasmo y buena vibra. En oposición, estar cerca de personas amargadas o mal humoradas, nos cae pesado y terminamos resentidos nosotros también. Por eso, se convierte casi en una responsabilidad para con nosotros y nuestro entorno, el aprender a mantenernos limpios de pensamientos dolorosos innecesarios, que nos quiten energía o nos irriten. Por el bien de nuestra propia salud. Esto es mantener una actitud atenta, sea cual sea la circunstancia, también aprender a rodearnos de gente que vibre en sintonías más sanas. El sentido del humor es una actitud ante la vida en todos los ámbitos.
El aprender a reírnos de la vida a nuestro al rededor, como también de nuestros propios fracasos y éxitos, nos hace aprender a aceptar la vida tal cual es. Es cierto que hay cosas realmente trágicas y que reírse de ellas puede ser una falta de respeto innecesaria o hasta un gesto de crueldad. Entonces, el humor se encuentra en un estado de equilibrio, y ahí radica su desafío y su magia.
El sentido del humor como terapia
Yo me considero una persona seria, o al menos lo fui por mucho tiempo. Encerrado en mi mismo y en mi melancolía, la vida me parecía una carga pesada, dura ¡Y es cierto, a veces sí lo es! Pero hoy encuentro más motivos para agradecerla y disfrutarla a pesar de cualquier cosa, y cuando más difícil es el sentido del humor en alguna situación particular, es cuando más necesario es. Y cuando sucede, nos aliviana las cosas de sobremanera. Entonces ahí me di cuenta de que gran parte del dolor y peso que tenía en mi vida, no estaba nada más que en mi cabeza.
No es necesario, para nada, que seamos unos humoristas profesionales de stand-up comedy, sólo se trata, en gran parte, de permitirnos disfrutar del presente. Tomarse la vida demasiado en serio nos hace daño, envejecemos más rápido y es más probable que nos enfermemos. Nos hace perder la capacidad de disfrutar el día a día con sus altos y bajos, y a fin de cuentas, llegamos a viejos, y mirando atrás, nos gustaría haber disfrutado más de los días.
El sentido del humor puede ser un gran maestro, nos invita a reconocer lo que no queremos reconocer, y nos invita a reírnos de ello en vez de avergonzarnos o enojarnos. Por eso es tan terapéutico. El sentido del humor, de alguna manera, nos invita a delatarnos, a aceptar y reconocer eso que no nos gusta de nosotros. Hasta llegar a poder reírnos de ello, aceptarlo y amarlo. El humor como auto-conocimiento.
Por eso un buen humorista puede ser también un buen crítico, de sí mismo y de la sociedad. Pero no lo canaliza en forma de crítica, más bien en forma de chiste. Entonces nos contagia el vivir más livianos, el abrirnos al placer de estar vivos. Permitirnos ese placer es un verdadero regalo del misterio hermoso y profundo que es la vida, ahí podemos encontrar el goce.
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