Son nutrientes que tienen una función lipotrópica ya que facilitan la correcta utilización de las grasas, evitando que se acumulen y originen problemas de salud.
No siempre la perdida de peso se garantiza con una reducción de las calorías ingeridas, ya que nuestro cuerpo no funciona como una calculadora, porque es materia viva y cambiante que responde a diferentes procesos. Uno de ellos es la absorción de calorías por parte del organismo pero esa no es la clave del sobre peso, aunque sin duda es un factor importante. Se aumenta de peso porque los alimentos que ingerimos se convierten en grasas en lugar de oxidarse y convertirse en energía, y eso no responde a ninguna contabilidad calórica, si no a la incapacidad del cuerpo para quemar las grasas que se acumula en los tejidos e incluso en algunos órganos como el hígado perjudicando su función, a través de una alimentación inadecuada en primera instancia, pero también por un incorrecto funcionamiento del proceso de combustión interna. Por lo que una dieta destinada a no acumular grasas en los tejidos requiere controlar el número de calorías ingeridas pero también facilitar en todo lo posible la quema de grasas.
Todos los alimentos contienen calorías, pero algunos facilitan la quema de calorías en el organismo, otros estimulan la acumulación de grasas. Eso es debido a que los alimentos ricos en grasas se suman más fácilmente a la grasa corporal, ya que esta conversión es muy fácil y sólo se desperdicia un 3% de la energía contenida en las grasas. Sin embargo al convertir en grasa los hidratos de carbono se pierden un 23% de las calorías. Recordemos por otra parte que los hidratos de carbono y las proteínas aportan 4 calorías por gramo, mientras que un gramo de grasa aporta 9 calorías y las vitaminas y los minerales son micronutrientes que no aportan calorías.
Si deseamos perder peso y activar el metabolismo de las grasas debemos tener en cuenta:
1.- Reducir el total de calorías: lo que disminuye el potencial energético del organismo obligándolo a utilizar sus reservas de grasas para satisfacer su demanda de energía.
2.- Incorporar alimentos que dificulten su conversión en grasas y por lo tanto su instalación en el tejido graso (especialmente productos integrales, vegetales…etc.)
3.- Practicar un deporte o actividad física que incremente la combustión de las grasas.
4.- Ayudar al organismo a activar el proceso de conversión de las grasas o lípidos en energía con nutrientes quemadores de grasa a través de una dieta equilibrada o en forma de suplementos dietéticos. Se trata de nutrientes que se encuentran en los alimentos, que no suelen llegar al organismo en las mejores condiciones ya sea por la baja calidad de los terrenos de cultivo, abonos químicos, a una predisposición genética o porque existe una patología asociada que impide una adecuada absorción de estas sustancias a través de la dieta diaria. Estos nutrientes son vitaminas y aminoácidos como L metionina, L carnitina, colina, inositol. Cuya acción lipotrópica funciona a dos niveles, preventivo y terapéutico. La toma regular ya sea a través de la dieta o en forma de complemento cuando con la dieta no es suficiente actúa:
Reactivando la lipólisis destrucción de la grasa sobre los tejidos que se han acumulado con el paso del tiempo.
Comportándose como un “desatascador” de las capas grasas que recubren las arterias y órganos como el hígado.
No seria justo al menos mencionar a los aliados más directos de estos nutrientes en su función de aceleración del metabolismo de las grasas como amplificadores de la reacción metabólica como son: la fibra dietética, la federa, el te verde, L tirosina, el cromo, la garcilla, la caralluma, el citrus aurantium y el café verde sobre todo si los utilizamos en un sistema de adelgazamiento.