Todos sabemos que nuestra alma esta vestida con nuestro cuerpo físico, como un traje para el mundo material, sin embargo no es el único elemento imprescindible para el alma, en el plano material necesita otro cuerpo o elemento más; el refugio, la casa, el hogar.
Desde nuestros primeros andares buscamos siempre un lugar donde dar reposo a nuestro organismo. Desde que nacemos esto es una parte muy importante de nuestras vidas, así como el medio de transporte (que trataremos en el próximo número) y es tan importante que nos influye desde que nacemos hasta el momento de nuestra muerte.
La Casa en nuestras vidas marca muchas facetas. En la niñez, es el lugar donde nos criamos, y desarrollamos nuestro cuerpo físico, mental y emocional. La habitación donde dormimos, el salón donde jugamos o la cocina donde nos nutrimos, sin olvidar el baño o lugar de aseo. Una vez que nos independizamos buscamos nuestro nuevo hogar, un lugar donde desarrollar nuestras vidas, en soledad o en pareja, y para ello este lugar necesita unas condiciones. Si os fijáis, fuera de nuestra relación social o laboral, el resto de nuestras acciones se realizan en este elemento, por lo tanto no nos sirve cualquier lugar. Toda casa o hogar familiar necesita unas características y estas corresponden a las necesidades del sistema familiar al que pertenecemos como alma grupal.
Pensamos que nuestras necesidades son solamente; un lugar donde dormir, comer, descansar y posiblemente mantener una relación o en algunos casos tener nuestra descendencia. Sin embargo esas son tan solo las prioridades conscientes. Nuestras necesidades en la vida van mas allá, y el elemento casa es una parte muy importante para llevar a cabo nuestro destino; relaciones, fiestas, nuestras desgracias, enfermedades y todo lo que una vida conlleva.
A la hora de escoger la casa “el hogar dulce hogar”, queremos mirarlo con la lupa de nuestras prioridades básicas. Un ejemplo sería: “Nos vale que tenga dos habitaciones grandes, una para nosotros y otra para nuestro hij@. Y en el caso de que tengamos dos; bien entran en la habitación”. Sin embargo, las necesidades eran otras y tras años e intentos frustrados no llegan esos niñ@s y el hogar fue bien escogido para esa necesidad del sufrimiento. El ejemplo también podría ser al revés: “Un piso perfecto para nuestro nido de amor, lo justo, un ático; total no vamos a tener hijos”. Queda embarazada y con gemelos. O por el contrario, quieren tener hijos viviendo en el ático, pero no hay espacio para ellos y no llegan por más que lo intentan. Estos son solo ejemplos para mostrar que las viviendas, “leed bien”, VIVIENDAS es el lugar donde se vive, se vive nuestro destino y no cualquier lugar nos sirve.
Muchas de las circunstancias que nos ocurren están vinculadas con nuestro hogar y a través del mismo podemos sanarlas. La casa nos puede servir de brújula para ver a dónde nos dirigimos, qué nos mueve o qué nos preocupa, etc…es quizás uno de los elementos más importante de nuestras vidas.
Obviamente tras estos ejemplos nos podemos dar cuenta, de que las casas comparten con nosotros muchas vivencias. Cada una de ellas queda grabada con su propia energía, al igual que en nuestro cuerpo mental y emocional, asimismo impregnan el lugar aportándole su propia historia y como nosotros, ellas tienen su parte prioritaria como su distribución y luego sus necesidades o esa energía o historia que las acompaña.
Podemos contemplar a las viviendas como un elemento, un ente con vida propia. Sería como cuando escogemos a nuestra pareja y decidimos compartir la vida. En esta elección no nos sirve cualquiera y aunque lo miramos con ojos de lupa, realmente es nuestro inconsciente el que lo selecciona ya que es donde se albergan nuestras necesidades y las de nuestros sistemas familiares.
En conclusión, algunos de nuestros problemas o circunstancias de la vida están relacionados con la vivienda, compartiendo con ella su pasado, un pasado que quizás no nos pertenezca pero como el de una pareja, lo compartimos, y él mismo nos puede ayudar o frenar. Eso por supuesto sin culpar a nadie, pues cuando escogimos lo hicimos perfectamente. Lo que nos suceda es parte de nuestro destino y para ello necesitamos los elementos imprescindibles, entre ellos la vivienda.
Nada es una casualidad, todo tiene sentido, los hogares de nuestras familias son los perfectos para desarrollar y compensar en ellos nuestra existencia y la de nuestro sistema familiar y sin ellos no nos sería posible. Entonces en vez de culpabilizar o acusar, mejor agradecer lo que tenemos, incluyendo como no, a la vivienda. Todas tienen una vida, un pasado, presente y futuro; mientras vivimos en ellas compartimos todo.
“Así, las viviendas tienen una vida, un pasado, presente y futuro; mientras vivimos en ellas compartimos todo y pueden ser un mal o un medio para frenarnos y nuestro medio de sanación”. Aunque escapemos del lugar lo que nos pertenece nos acompañará, así como cuando cambiamos de pareja, seguimos escogiendo a una persona con características parecidas. Con la vivienda es igual, necesitamos sanar la relación para salir adelante; en algunos casos nos pertenece y en otros pertenece a la vivienda. Al cambiarla puede que todo quede ahí, o que al buscar otra nos encontremos con circunstancias parecidas. Si queremos seguir viviendo en ella, tendremos que sanar su pasado así como nosotros sanamos el nuestro.
Como mundo de relaciones en el que vivimos, toda relación sanada nos ayudara en nuestro desarrollo. Nuestras vidas son un proceso de sanación y superación consciente desde que nacemos hasta que nos marchamos, todo lo que hagamos en presente compensara nuestro pasado liberando así nuestro futuro y el de nuestros herederos; para vivir una vida más presente.
Se hará necesario visualizar la vivienda como otro ser vivo, que ve, oye, siente y que como en nosotros todo queda en su memoria. A todos nos gusta que nos mimen, nos cuiden y nos den las gracias.