Los músculos son capaces de contraerse por estimulación nerviosa, es decir, por órdenes mandadas desde el cerebro y se transmiten a través de los nervios en milésimas de segundo.
Los calambres son un problema bastante común, consiste en contracciones espasmódicas dolorosas de los músculos de las piernas especialmente a nivel de las pantorrillas y los muslos. Ocurren generalmente de noche o al despertar.
Pueden afectar a personas de cualquier edad y sexo, aunque son más frecuentes:
Durante la segunda etapa del embarazo.
En personas mayores de 50 años.
En personas con problemas circulatorios de las extremidades inferiores.
En relación con el ejercicio físico.
La causa que origina los calambres no se conoce y se piensa que puede deberse a varios factores como:
Un déficit de calcio.
Un exceso de fosfatos. Un déficit de magnesio.
Una deshidratación con pérdida de electrolitos.
Un depósito de toxinas a nivel muscular.
Una inflamación nerviosa por dificultad de drenaje venoso.
Teniendo en cuenta las posibles causas implicadas las medidas terapéuticas a seguir son:
Complementar la dieta con minerales en forma natural de calcio y/o magnesio.
En ocasiones, la supresión de la leche rica en fosfatos da buenos resultados.
Mejorar la circulación venosa y el drenaje linfático. Para ello son útiles complementos con plantas que tengan acciones venotónicas y venoprotectoras: rusco, bioflavonoides, vid roja y el castaño de indias.
Realización de ejercicios de extensión de la musculatura.
El empleo de relajantes musculares y tranquilizantes naturales como la valeriana, pasiflora, amapola, azahar y lúpulo.
También resultan de utilidad los preparados de aplicación tópica a base de plantas venotónicas y venoprotectoras.
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