Son muchas las personas que quieren controlar y mantener su peso, y a pesar de los esfuerzos que realizan, no lo consiguen. Generalmente, cuando esto ocurre es que existe algún factor que lo está impidiendo; es posible que la causa sea una mala planificación de nuestros menús o de nuestros momentos de ingesta; aunque también es posible que esto se deba a algún problema latente, del que no nos hemos dado cuenta todavía o que, aún habiéndolo hecho, no sabemos como tratar.
En ocasiones, la adicción a la comida es la razón principal que nos dificulta el cuidado de nuestro peso. Es un problema que existe, pero no siempre la persona es consciente de ello. Como cualquier otra adicción, son muchos los patrones orgánicos, biológicos y emocionales que intervienen en el problema, y su superación puede requerir de ayuda profesional.
Una buena manera de determinar si hemos desarrollado adicción por la comida es conocer exactamente de que se trata este trastorno. Saber cómo superarlo resulta fundamental, también, para poder conseguir nuestro objetivo de controlar y/o mantener nuestro peso.
La adicción a la comida
Se trata de un trastorno en el que la persona que lo sufre pierde totalmente el control por lo que ingiere. Esto le lleva a comer de manera compulsiva, sea cual sea el momento y el alimento. En ocasiones, la persona sabe que está comiendo alimentos que no son beneficiosos para su salud y que van en contra de sus objetivos propuestos, pero en ese momento no le importa. Posteriormente, sufre un gran sentimiento de culpa que le genera mucho malestar emocional.
Este problema adictivo es muy similar a la adicción a otras sustancias, como puede ser el alcohol y las drogas, ya que son los mismos mecanismos los que entran en juego. Además, el adicto a la comida tiene una dificultad añadida; no puede vivir sin ella, así que debe enfrentarse cada día a su impulso, lo que hace más difícil llevar a cabo un control.
¿Cuándo debemos pensar en una adicción?
Son muchas las personas que han desarrollado una adicción a la comida y no lo saben. No obstante, reconocerlo es el primer paso para buscar solución, y poder llevar una vida libre de ataduras obsesivas.
A continuación te ofrecemos unas preguntas que deberás contestar en la intimidad, respecto a tu patrón alimenticio. Si respondes a algunas de ellas de manera afirmativa, lo más recomendable es que acudas a un especialista.
¿Piensas en comer muy frecuentemente?
Generalmente, las personas pensamos en comida cuando nuestro organismo pide alimento, es decir, cuando tenemos hambre. Una vez hemos saciado esa necesidad, nuestro cerebro olvida los alimentos y puede dedicarse a atender a otros pensamientos sin problema.
No obstante, la persona adicta a la comida está pensando a todas horas en comer. Independientemente de si acaba de ingerir alimentos hace escasos minutos, por su mente pasan bollos y otros alimentos no saludables, de manera constante.
¿Comerías a todas horas?
El adicto a la comida comería a todas horas, pero solo algunos alimentos. Además, cuando un adicto empieza a comer, le cuesta mucho parar. En poco tiempo, su peso aumentará y su salud se verá seriamente resentida.
¿Comes en secreto?
Comer puede considerarse una conducta social, pues solemos hacerlo en compañía, o por lo menos, no lo hacemos a escondidas. Cuando nos escondemos, estamos intentando evitar que otros descubran un problema. Esconderse para comer es uno de los primeros síntomas de la adicción a la comida.
¿Sientes remordimientos de conciencia tras la ingesta desmesurada?
El adicto a la comida come de manera compulsiva, hasta que ya no puede más. En ese momento, su sistema de razonamiento no funciona, pero cuando termina, empieza a activarse un sentimiento de culpa muy poderoso. Si esto sucede, es un indicador de que se ha desarrollado una adicción.
¿Qué hacer si acabo de descubrir que tengo una adicción a la comida?
Lo primero que debes hacer es tranquilizarte. No es plato de buen gusto descubrir el problema, pero es el primer paso para ponernos manos a la obra.
Se recomienda tratar este problema con la supervisión de un médico y/o psicólogo, que pueda diagnosticarlo y establecer una pauta conductual, atendiendo también a los factores emocionales que intervienen. Solo así podrás notar avances desde el principio del tratamiento y superar tu problema.
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