¿Hambre real, o hambre emocional? Claves para distinguirlas

Si, a todos nos ha pasado; acabamos de comer, y en poco tiempo, notamos la sensación de tener hambre otra vez. En ocasiones, además, este patrón de conducta ocurre con más frecuencia en diferentes épocas de nuestra vida. Es bastante común que, en estas ocasiones, el hambre no provenga de nuestras necesidades fisiológicas más básicas, sino de nuestro cerebro. Es lo que los expertos llaman hambre real, o hambre emocional.

Distinguir los dos tipos de hambre puede ayudarnos a evitar la ganancia de peso provocada por una ingesta innecesaria. Por ello, resulta imprescindible conocer en qué se diferencia el hambre real del hambre emocional, para poder determinar que clase de hambre sentimos en cada momento y saber si, en realidad, necesitamos comer o no. Sigue leyendo para conocer todas las claves del hambre real vs hambre emocional

El hambre real

Nuestro organismo necesita alimento para funcionar. Los alimentos, al ser ingeridos, realizan la denominada homeostasis fisiológica, que nos permiten aguantar nuestros frenéticos días hasta el final, sin perder nuestras buenas condiciones físicas y psicológicas.

Supone una necesidad básica sin la que sería imposible la supervivencia, por ello se crean patrones de conducta que nos predisponen a ingerir comida cada ciertos periodos temporales a lo largo de un día. Estos patrones están perfectamente ideados para que nuestro cuerpo reciba los nutrientes necesarios para poder seguir con fuerzas hasta la próxima comida.

Además, nuestro cuerpo es sabio y sabe comunicarnos sus necesidades. El hambre real no es más que la señal inequívoca de nuestro organismo de que necesita sustento. Se trata de una necesidad física, básica y real.

El hambre emocional

No obstante, en ocasiones nos sentimos llenos, y aun así experimentamos la sensación de hambre. Esta sensación no proviene de nuestro estómago, sino de nuestro cerebro. No es nuestro organismo el que la necesita; son nuestras emociones, nuestra ansiedad. Sentirnos llenos para encontrar el bienestar psicológico.

El hambre emocional no es una necesidad básica, pues no supone una falta de elementos nutricionales que ponga en peligro nuestra supervivencia.

No obstante, sus características hacen que nuestra manera de comer sea mucho más compulsiva y nociva, y esto puede tener consecuencias muy negativas para nuestro organismo. Demanda un control mental especial, que no siempre sabemos realizar o estamos preparados para ello. En este sentido, una buena manera de controlar el hambre emocional es buscar ayuda psicológica especializada.

¿Cómo distinguir el hambre real del hambre emocional?

A continuación te contamos en que se caracterizan estos dos tipos de hambre. Puede resultarte muy útil para saber que tipo de hambre sientes en cada momento y actuar de determinada forma en cada uno de ellos.

La frecuencia con la que tenemos hambre

El hambre real nos pide la ingesta de alimentos cada 3 horas aproximadamente; es entonces cuando la digestión está llegando a su fin, y nuestro cuerpo demanda otra vez los nutrientes necesarios para seguir con la homeostasis nutricional. Por el contrario, el hambre emocional no entiende de horarios; nos puede pedir comida al poco tiempo de haber ingerido una gran cantidad, antes de terminar la digestión o incluso cuando aún nos sentimos llenos o empachados.

Los alimentos que nos apetecen

Cuando notamos hambre real, nos apetece cualquier tipo de alimento. En cambio, el hambre emocional demanda alimentos específicos, generalmente ricos en grasas saturadas y azúcares, que, como ya sabemos, no son nada recomendables para nuestra salud.

Lugar donde notamos el hambre

El hambre real se siente desde el estómago, y es muy frecuente sentir molestias estomacales cuando nuestro cuerpo nos pide la ingesta de nutrientes. El hambre emocional, en cambio, se siente desde el cuello hacia arriba, razón inequívoca de que se sitúa en nuestro cerebro.

Saciedad post-ingesta

El hambre real termina cuando nuestro cuerpo ha recibido los nutrientes necesarios. El hambre emocional, por el contrario, no parece terminar nunca. Da igual la cantidad que ingiramos; siempre nos pedirá más.

Los diferentes tipos de hambre que existen tienen mucha importancia en nuestra figura y en nuestra salud. Mientras el hambre real apuesta por usar una alimentación adecuada para cuidar nuestro organismo, el hambre emocional lo perjudica, haciéndonos verdaderamente difícil nuestras tareas de controlar y mantener nuestro peso.

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